“El trabajo de Silvia remite al cuerpo a modo de reflexión sobre el paso del tiempo en nuestra piel y en nuestra carne. Sus pinturas toman el oxidado de las esculturas de bronce, el color verde musgo como una forma de reivindicar la belleza del paso del tiempo, de la necesidad de aceptar el cambio. La invasión de la pátina más bien mate que se instala sobre la piel antes tersa y brillante, señala un proceso que es común a todos los cuerpos.”